Dientes Cariados!!


Había en mi boca un diente cariado. Era un diente astuto y malvado: permanecía quieto todo el día y sólo comenzaba a molestar y a doler por la noche, cuando los dentistas dormían y las farmacias estaban cerradas.


Cierto día, perdí la paciencia, busqué un dentista y le dije:
-Líbreme, por favor, de este diente hipócrita.
-Sería tonto arrancar un diente que podemos tratar -objetó el dentista.
Y comenzó a raspar, limpiar y desinfectar. Cuando el diente estuvo libre de la caries, el dentista lo obturó y declaró con orgullo:
-Este diente es, ahora, más sólido que los otros.
Creí sus palabras, llené sus manos de dinero y me retiré satisfecho.
Pero una semana después, el maldito diente volvió a atormentarme.
Busqué otro dentista y le dije:
-Arranque este diente sin discutir. Porque sufrir es dife¬rente de ver sufrir.
El dentista arrancó el diente. Fue una hora terrible pero beneficiosa. El odontólogo, examinando el diente dijo: -Hizo bien en extraerlo, la caries había llegado a las raíces. No había forma de recuperarlo.


Y dormí en paz, aquella noche y todas las noches si¬guientes.
En la boca del ser que llamamos Humanidad, también hay dientes cariados. Y las caries ya alcanzaron las raíces, pero la Humanidad no los arranca. Prefiere tratarlos y limpiarlos y obturarlos con oro brillante.


¡Cuántos dentistas están ocupados en tratar los dientes de la Humanidad! ¡Y cuántos enfermos se entregan a esos médicos!; y sufren y aguantan, para después morir.
Y la nación que se debilita y muere, no resucita para narrar su enfermedad al mundo, ni para hablar de la ineficacia de los remedios sociales que la llevaron a la tumba.
En la boca de la naciones, también hay dientes cariados, sucios y nauseabundos. Nuestros dentistas tratan de obturarlos. Pero esos dientes no se curarán. Es necesario arrancarlos. Pues las naciones que tienen dientes cariados tienen estómagos débiles.
Quien quiera ver los dientes cariados de una nación , visite sus escuelas, donde los niños y niñas de hoy se preparan para ser los hombres y mujeres de mañana. Visite los tribunales y sea testigo de los actos fraudulentos y corruptos de aquellos que debieran hacer justicia. Verá como se burlan de los sentimientos y pensamientos de los hombres simples, tal como el gato se burla del ratón.


Visite las casas de los ricos, donde reinan la vanidad, la falsedad y la hipocresía.
Y recuerde visitar, también, los antros miserables donde habitan el miedo, la ignorancia, la envidia y la cobardía. Después, visite a los dentistas de dedos hábiles, poseedores de instrumentos delicados, panaceas y sedantes, aquellos que gastan sus días llenando las cavidades de los dientes podridos de la nación para disfrazar las caries.


Hablé con esos reformadores que se presentan como la inteligencia de las naciones y organizan sociedades y promueven conferencias y hacen pronunciamientos. Cuando los oiga hablar, escuchará melodías que, quizá, suenen más sublimes que el reconfortante son de la piedra del molino, y más solemne que el croar de los sapos en una noche de verano.
Cuando usted les diga que la nación muerde su pan con dientes cariados y que cada trozo masticado y mezclado con saliva infectada enferma el estómago de la nación, ellos le responderán:


-Sí, pero estamos buscando, justamente, las drogas modernas y los medicamentos más eficaces.
Y si les preguntaran: -¿Y qué es lo que pensáis de la extracción? -Se reirán del que los interroga, ya que no estudió la noble ciencia de la odontología.
Y si insisten en preguntar, se enfadan y, apartándose dirán: - ¡Cuántos ignorantes en este mundo! ¡Y como incomoda su ignorancia!
(GJG)